OLORES DE MI TIERRA EN MI NIÑEZ

Como muchas niñas cubanas, crecí oliendo a violetas, mis hijas crecieron oliendo a violetas y ahora tengo una nieta que cada vez que viajo a Miami me pide la colonia “cubana ".  Pues entregando estaba los perfumes y "colonias cubanas" que había traído a cada quién, cuando para mi sorpresa, dos de mis hijas querían también dos de las violetas rusas de Agustín Reyes, colonia hecha en España pero adoptada por nosotros como que fuera cubana y que había traído para mi nietecita Kiki.

Eso me hizo pensar en que los olores te hacen recordar otros tiempos y cuando estos fueron agradables quisieras traerlos a tu memoria una y otra vez. Hay ciertas comidas que me gusta cocinar porque su olor me hace recordar a mami cocinando, hay olores que me recuerdan mi ninez, la fragancia de violetas, cuando mami nos preparaba para salir, el olor peculiar del mar, me recuerda a papi feliz manejando su bote en un mar azul profundo, esperando que un pez se pegara de sus enormes varas de pescar, el olor a “pirulí”, maní tostado" granizadas y churros, me recuerda la salida del colegio, donde siempre se paraban vendedores "pregonando" para llamar la atención. El olor a guarapo, café, tabaco, raspadura, de nuestras calles. Nuestras panaderías que olían a galleta cubana, pastelitos de guayaba, tamal, chicharrón, pan recién horneado. El olor a mamoncillo, que me hace recordar las maravillosas playas de arena blanca y brillante de mi tierra.  El olor a pescado y mariscos frescos. El olor de los "churros con chocolate" mezclado con el olor a pino de los días cercanos a la navidad, el olor a caña, “melao" a raspadura, a marabú y a guajiro trabajador, que se respiraba en nuestros campos. El olor a legía, y almidón de el patio de mi casa donde las empleadas hervían la ropa, que después colgarían para secarlas bajo el sol. El olor a polvos Maja y crema Pond's, que algunas señoras dejaban en mi cara cuando me besaban. 

El olor a "Panque de Jamaica", me recuerda a mis hermanas, Aleyda y Gladys, porque siempre íbamos a un pueblo cerca de la Habana solo para comprarlos. Entiendo ese deseo de los cubanos de estar en Miami, porque es allí donde podemos volver a sentir muchos de los olores de nuestra niñez, aunque ya no sean exactamente igual, pero tan parecidos... Olor a mi tierra, a sandwich cubano, mojito, ron, Cuba libre, media noche, café con leche, a lechón, fritas, frijoles negros, a tamal en cazuela, a guayaba, mamey, fruta bomba, guanábana, anón, piña, a caña, a malta Hatüey, Materva y Jupiña.  Para mí el olor a limpio es Fab, pasta Colgate, jabón Camay, talcos, colonia de Roger Gallet, agua de Portugal etc..

Los olores de mi niñez, aún presentes en mí, como si los años no hubiesen pasado, los que me transportan a una niñez feliz despreocupada, confiada, al lado de mis padres, cuando no podía ni siquiera imaginar que con pasos gigantezcos se acercaba un cambio drástico para nuestras vidas, que seríamos arrancados de nuestra tierra abruptamente y solo ciertos olores nos acercarían por segundos a ella. 

Ojalá que nosotros los que un día fuímos niños cubanos, no permitamos que nuestros hijos pierdan nuestras tradiciones, apeguémonos a ellas, es la única manera de que Cuba siga viviendo en nuestros corazones, en el de nuestros hijos y nietos, que no mueran nuestras raíces, que no se apague nuestra pasión, que no muera nuestra inspiración para cantar a la Patria, que no muera nuestro orgullo de ser cubanos, que con nosotros no muera lo poco que queda ya de nuestra Cuba de antaño,  que nuestros nietos huelan a colonia de violetas, para que ese olor los transporte a sus raíces, a la tierra de sus abuelos.