Cuando algo nos pasa, a alguno de nosotros o a nuestros cachorros, la noticia corre como pólvora entre nosotros para ver en que podemos ayudar o simplemente sufrir por lo que pasa y pedir a Dios que todo se solucione. Me es difícil entender el odio entre familias, y mucho menos cuando este odio es por propiedades, dinero etc... Hay cosas que el dinero nunca podría comprar, el amor incondicional, es fácil que todos te amen cuando tienes algo que dar pero que difícil es amar al que necesita algo de tí.
Se que hay cosas que suceden y son difíciles de perdonar, pero siempre he creído en el perdón y mucho más cuando es alguien que es parte tuya, de tu misma sangre, así nos enseñaron y enseñan todo el tiempo, que los hermanos se pidieran perdón, es como un ritual que vale la pena y al que te acostumbras tanto, que se vuelve parte de ti mismo. Esta es una buena costumbre que también usé con mis hijos, pienso que de esa manera se dá cuenta el niño de el valor de pedir perdón y perdonar y sobre todo, a sus hermanos y primos. Es más fácil perdonar a quién podrías sacar para siempre de tu vida, pero perdonar al que sabes que va a estar siempre ahí, es algo más difícil, porque te guste o no, ahí estará y aprenderás a vivir con sus defectos y hasta aprenderás a amarlos, ese es el amor que se convierte en incondicional y este amor lo aprendes a conocer en la lucha que vives con tus hermanos. Espero que, cuando yo falte, mis hijos se amen aún más que ahora, que se respeten y cuiden el uno al otro y se defiendan ante el mundo, y también a sus primos que son los cachorritos de mis hermanos.
Recuerdo cuando niña, mi hermana Aleyda, como era la mayor y además de carácter fuerte, vivía mandándonos e imponiéndonos su voluntad, sobre todo a Gladys porque yo, a pesar de la diferencia de edades me defendía como "el gato con botas" y también defendía a “Merenguito en plato” (no sé quién le puso ese nombrete a Gladys) a pesar de que ella me llevaba cuatro años, yo sentía que debía protegerla y ella también me protegía a mí, las dos hacíamos planes para despertar o aplacar la furia de “la tirana", que divertido despertarla cuando dormía y esquivar zapatazos a los tres segundos, o contarle a papi y mami de los besos que se daba con el novio o contar todas las discusiones que tenían, pero que a nadie se le ocurriera hablar mal de ella porque se las veía con nosotras, y que a nadie se le ocurriera hacernos daño a nosotras que ella nos defendía. Pepin, mi hermano más pequeño, siempre me tenía amenazada, pero igualmente amenazaba a cualquiera por mí.
No entiendo el amor entre hermanos de otra manera, un frente común al mundo, donde exista el perdón, la generosidad y solidaridad, pero que también, por esa misma familiaridad y relación es necesario marcar territorios de privacidad y tacto en el trato, que jamás dañen una relación que debe ser privilegiada, donde si abres la boca sea sólo para edificar, si levantas la voz sea para reír, si alzas las manos sea para abrazar. La relación familiar se debe respetar y cuidar como algo muy preciado porque cuando más valoras algo, más te dolería perderlo, que lindo llegar a anciano y no necesitar que los padres nos traten de unir, sino hacerlo porque nos nace del corazón, porque nos amamos y a pesar de todo, estamos ahí, unos para todos y todos para uno. Muchas familias no se hablan por años, no se visitan, se echan de sus casas y muchos mueren sin perdonar o ser perdonados por su familia, debe ser algo muy triste morir así, porque al final del camino cuando ves fotos, cuentan los que siempre están, estuvieron y estarán, tu familia y los amigos que también se han ganado ese privilegio, el de estar en tu vida y en tus fotos familiares.
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