12 DE JUNIO DE 1971 |
Este pacto no es siempre fácil de cumplir, porque al cumplir cada una de esas promesas, tiene que morir algo de ti, tu ego, tu orgullo, tus deseos, tus pasiones, tu egoísmo, tus derechos, pero también al arrancar esos bajos instintos del corazón y sembrarlos en el terreno fértil del "Huerto del Señor" fructifica en un amor indestructible, una honra proclamada, un perdón otorgado, y una fidelidad probada. Promesas cumplidas mi amor.
Siempre te agradeceré por haber escrito junto a mí, la historia de un amor que ha podido enfrentar muchos retos y de todos ha salido invicto. Por tu amor, paciencia, entrega, por haber sido el mejor padre para nuestros hijos, te agradezco por los magníficos momentos que hemos vivido juntos, por todos nuestros sueños cumplidos, por haber amado y respetado tanto a mis padres y hermanas, por cuidarme en la enfermedad, por ser mi amigo, enfermero, siquiatra, proveedor, por honrarme, respetarme, por amarme en los tiempos buenos y malos, por toda la ayuda que siempre me das, por apoyar mis sueños y locuras de artista, por hacerme la vida más fácil, por mi cafecito de la mañana, los riquísimos desayunos que nos haces los domingos, por todo lo que guardo en mi recuerdo de los maravillosos momentos íntimos compartidos, por estar siempre listo para complacerme, por todas estas cosas y por otras tantas que sería imposible enumerar, agradezco a Dios de tenerte en mi vida, en la vida de mis hijos y nietos. ¿Dime mi amor, por todo esto, como no amarte, serte fiel, honrarte y perdonarte?
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