miércoles, 11 de septiembre de 2013

VERDAD, NO TE ME ESCAPES

Quisiera estar siempre del lado de la verdad, pero la mayoría de las veces está disfrazada, distorsionada, tiene muchas facetas, son muchas diferentes versiones que convierten la verdad en un signo de interrogación. Soy un poco, digamos incrédula, curiosa y cuando desde un principio no veo algo muy claro, prefiero no hacer juicios acelerados; mi instinto detectivesco y novelesco me empuja a buscar más y más, antes de emitir un juicio, es justo ahí, cuando me meto en problemas. 

Hace muchos años, perseguí a un pobre hombre por media ciudad, pensando que era mi marido con otra mujer, y la casualidad lo ponía frente a mí en “bandeja de plata" y por tener el pobre, un carro igual al de Pepe, me enfrasqué en una carrera desenfrenada tras él, hasta que descubrí finalmente, que perseguía al galán equivocado. Cuánto esfuerzo inútil y riesgo por descubrir una verdad que nunca será completamente cierta, en ese momento la verdad se reveló ante mis ojos, de que Pepe no era culpable, pero eso no impide que lo pudiera ser en otra ocasión. 

 La verdad no es absoluta, hay cosas que son verdades y otras mentiras, las situaciones cambian, la verdad como tal, puede revelarse a ti de una forma y a mí de otra. Yo lucho por descubrir mis verdades y después me gusta exponerlas a quienes creo les interesa oír, pero no me gusta imponerle a nadie mis creencias, ni siquiera a mis hijos, ellos conocen muy bien las cosas en las que creo, es mi deber de madre hacerles saber quién soy pero ellos tienen la responsabilidad de llegar a sus propias conclusiones. 

Vivir la verdad de lo que creemos y somos, nos hace libres, eso quiero para todos aquéllos que amo, que sean libres de ataduras y tradiciones, no porque lo crea yo, o medio mundo, necesariamente lo debes creer tú, sería maravilloso que mis hijos no tuvieran que vivir las malas experiencias en la vida, pero lo que vivimos en carne propia, es lo que nos hace ser quien somos y enfrentar las consecuencias de esas experiencias, nos da la libertad. 

Cuando defendemos nuestras verdades al punto de condenar, juzgar y herir los sentimientos de otros, es porque probablemente no estemos tan seguros de lo que creemos. Cuando investigamos algo de acuerdo a nuestras posibilidades y llegamos a la conclusión de creer en nuestro hallazgo, no debemos alardear de lo que sabemos como la única verdad, con imposiciones, sin amor, todos tenemos derecho de emitir una opinión “respetuosa" aun de responder preguntas que aclaren dudas, pero es de muy mal gusto discriminar a aquéllos que no piensan de igual manera que nosotros, y mucho peor, entablar discusiones acaloradas y ofensivas. 

Hay temas que no debemos tocar abiertamente, con la intención de convencer a muchos, porque cuando alguien tiene dudas, pregunta, averigua; el que no lo hace está bien con su verdad y las imposiciones de otros, no lograrán más que el rompimiento de una amistad. Procuremos que la verdad no se nos escape por temor de nuevas revelaciones, orgullo o temor

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