Cuando pienso en generosidad no puedo dejar de pensar en abundancia, en cambio la avaricia me hace pensar en sacos rotos, en sueños no logrados, en escasez.
La avaricia empuja a quien la padece a pensar sólo en sí mismo, en tener siempre más que otros, sus metas las pone el vecino o la competencia, nunca sus verdaderas necesidades. Cuando más metas alcanzas es cuando en tu corazón hay motivaciones generosas y de auténtica necesidad, entonces verás tus graneros rebozar de granos, tus pastizales serán verdes y gordo tu ganado. La motivación de nuestro corazón es lo que agranda o rompe nuestros bolsillos.
La avaricia proviene de los malos deseos del hombre, Poder, Celos, Honra, Gloria, Control, Envidia, Egoísmo y hace caer en muchos pecados para obtener lo que se codicia, Violencia, Mezquindad, Odio, Lujuria, Mentira, Asesinato, Robo, Estafa, etc...
La avaricia hace perder el control de quien la padece y es por eso que debemos reconocer los primero síntomas de ella y casi siempre comienzan por el temor y falta de confianza
- Temor de no lograr lo que deseamos
- Temor a la pobreza
- Temor de no ser aceptado
- Temor a la soledad
- Temor de perder el control
- Temor de no ser el mejor
- Temor a la burla
- Temor de ser controlado
Lo más triste de ver el final de la persona avariciosa es que siempre les espera lo que temieron, la soledad, pobreza y rechazo.
La generosidad en cambio es la llave a la amistad, riquezas, bendiciones, favores. Revisa siempre la motivación de tu corazón cuando deseas algo con vehemencia y recuerda, que las cosas buenas y que de verdad bendicen, tocan a la puerta de los que bendicen y se regalan a otros con generosidad, sin mezquindad ni resentimientos.
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