sábado, 28 de diciembre de 2013

NO RECHACES A NADIE POR SU APARIENCIA

Hace unos días decidimos Pepe y yo ir a desayunar a Versailles, estábamos esperando el desayuno cuando entró un pobre señor, mayor de edad, un mendigo en vestiduras harapientas, y una de las anfitrionas al verlo, sin contemplaciones, y de una forma muy grosera le repitió varias veces “get out" pero él de forma muy humilde le pidió permiso a la otra señorita para usar el baño. Estábamos tan apenados por él y tan molestos, que Pepe me dijo “cuando salga le voy a pedir que se siente a desayunar con nosotros".  Por un tiempo lo estuvimos esperando pero no le vimos salir, cuando de repente oímos un cuchicheo, alguien se nos adelantó pagando por su desayuno y ya lo habían sentado en una mesa apartada para servirle, ocultándole de las miradas de muchos, de nuevo escuchamos a esta misma mujer diciendo que le empacaran el desayuno y lo sacaran fuera, al escuchar ésto, Pepe se levantó de la silla de una forma que hasta yo me sentí intimidada,  la señorita le preguntó ¿le pasa algo señor? Sí, me pasa que ese señor pagó por su desayuno y se quedará en su mesa hasta que termine.  Yo me sentí tan agradecida a Dios, y a la misma vez, sentí pena por las personas que sólo ven y se interesan en el brillo de la apariencia, ellos jamás entenderían que con esas actitudes podrían estar rechazando las  bendiciones que el Señor nos quiere dar por medio de ángeles camuflajeados en harapos. Él mismo fué rechazado por muchos que no le abrieron las puertas de su casa y tuvo que nacer en un establo.  Escribo ésto como reflexión para que nunca rechacemos por sus pobres vestiduras a quien pudiera traer bendición a tu vida.